viernes, 31 de marzo de 2017

PRIMER PREMIO CERÁMICA MARTES MAYOR PLASENCIA

MARTES MAYOR 2014

CONCURSO DE ARTESANÍA


PRIMER PREMIO DE CERÁMICA



Entrevista realizada por Eladio Paniagua Simón para el periódico HOY



El último de una saga de alfareros

Óscar Anaya García continúa en Ahigal con un oficio familiar que con el tiempo ha sumado a la utilidad la simple belleza.
05.10.10 - 00:10 - 


El oficio de alfarero es el trabajo artístico más antiguo de la humanidad y se remonta al Génesis bíblico, cuando Dios creó al hombre del limo de la tierra. Por este motivo hay unos versos dedicados al alfarero que dicen: «Oficio noble y bizarro/entre todos el primero/Dios fue el primer alfarero/y el hombre el primer cacharro» En Ahigal, pueblo al norte de la geografía cacereña, este oficio ha sido muy valorado a través de los tiempos y a él han entregado su vida familias enteras. Atrás quedan los nombres de los hermanos Pablo y Mateo García Esteban, que se dedicaron a la noble tarea de moldear el barro fabricando barreñas, escudillas, baños, cántaros y tinajas para el agua, cocinillas y botijos de pita y de campo, sin olvidar a sus hermanos Máximo y Bruno que optaron por hacer adobes, tejas y ladrillos, muy útiles y demandados en aquella época como materiales de construcción. Con el tiempo estos oficios fueron decayendo, pero aún en Ahigal pervive el arte del barro gracias a Óscar Anaya García, nieto del tío 'Pablo Cacharrero', que ha querido seguir la senda de sus antepasados y perpetuar su memoria.
«Siempre tuve una gran curiosidad por el oficio de mi abuelo Pablo. Mi tío Alfonso, penúltimo de la saga, fue quien me estimuló y me enseñó y gracias a él lo realizo con el orgullo de ser descendiente de una familia que dedicó toda su vida al arte de la alfarería», asegura.
El taller de Óscar está en el paraje conocido como 'La Nava'. Todos los domingos le vemos exponiendo y vendiendo sus productos en el mercadillo de Ahigal, aunque también acude con frecuencia a los mercadillos medievales de la zona.
Un largo proceso
Para su trabajo Óscar utiliza dos tipos de tierra: 'la colorá, que es fuerte y la consigue en unos lugares idóneos que hay en la dehesa de Guijo de Granadilla; y la tierra blanca, que es más floja, y la trae en un lugar donde antiguamente tenía un tejar su abuelo. La tierra 'colorá', que viene hecha terrones, hay que machacarla con un mazo y posteriormente cribarla. Seguidamente echa agua en un bidón y allí la deposita con un porcentaje de la roja y otro de la blanca y la bate. Una vez batida, el caldo obtenido se echa en la lagareta y se pasa por un tamiz, que es más fino que el del primer cribado. Allí se deja reposar unos ocho días hasta que se orea y se pone en condiciones para ser amasada. Finalmente se introduce en lo que se llama 'el pudridero»' para que no se endurezca y el barro esté reposado. Después el barro se amasa en la sobadera para quitarle los grumos o posibles burbujas de aire. Posteriormente se realiza la pella, que tiene forma cónica o piramidal y ya se encuentra apto para tornearlo. El barro no tiene que estar muy duro ni muy blando. Y ya en el torno se le va dando forma, según la pieza que se desee obtener.
Una vez realizada la pieza se pone a orear unas tres o cuatro horas hasta que se queda en 'dureza de cuero' y después la pieza está lista para ponerle las asas, los pitorros, brocales y demás. Cuando pierde completamente la humedad está preparada para el horno. Esto en verano ocurre en cuatro o cinco días, pero en invierno requiere una semana o más. Las piezas permanecen en él unas cinco horas. Se sacan, completamente frías, y ya están aptas para el mercado.
Óscar se lamenta de que no puede vivir trabajando exclusivamente de alfarero. «Ojalá fuera así. Este oficio lo tengo como un hobby y para no perder la tradición familiar».

lunes, 15 de junio de 2015


Los orígenes de la alfarería familiar encabezada por D. Pablo García Esteban.

Se sabe que hacia 1810 existían en Ahigal cuatro alfarerías que junto con los talleres de Guijo de Granadilla, abastecían a un gran área del norte de la provincia, tres de las cuales combinaban la elaboración de loza y la tejería. En 1906 nos encontramos que la alfarería se ha convertido en un oficio complementario del barrero o productor de tejas y ladrillos. El casi total abandono del arte cerámico es causa fundamental de que durante dos décadas la mayor parte de las vasijas utilizadas en el pueblo procedían de alfares cercanos a la localidad. Atendiendo a esta demanda, un alfarero de Plasencia monta su taller en Ahigal, donde residirá entre los años 1924 y  1926. Su estancia va a ser decisiva en lo que a reactivar el viejo oficio se refiere. Tres nuevos alfares se abren en la localidad, todos pertenecientes a miembros de una misma familia ya experimentada con el barro en la profesión de tejeros.
Solo uno de ellos D. Pablo García Esteban siguió con el oficio hasta su jubilación, del cual en la actualidad su nieto Óscar Anaya García continúa con la magia de dar forma al barro con sus manos, empezando al principio como algo casual, durante un tiempo de reposo de su entonces trabajo como encofrador, acabó por contagiarse del arte y oficio con el que su abuelo muchos años atrás, siendo él todavía muy pequeño, demostraba su maña y abastecía a todos los pueblos de los alrededores con sus cacharros. Gracias a la influencia de su tío Alfonso García Jiménez, el cual sí estuvo presente durante todo el tiempo de trabajo con su padre en este oficio, ilusionado por el hecho de que su sobrino Óscar, al que le tenia un gran aprecio, volviese a sus raíces, hacía vereda a la nava donde reside Óscar, para orientarlo en sus inicios artesanales con el barro, dándole consejos de como colocar las manos en el torno, las proporciones de los tipos de tierra, donde localizarla en el campo, los tiempos de secado de las piezas (el también conocido como ''oreao''), la colocación de cada pieza en el horno, el tiempo de cocción y la forma.




En la actualidad este oficio extinguido por completo en esta última saga de alfareros de Ahigal es revivido por Óscar con muchas ganas e ilusión de volver a darle vida al oficio con el que su abuelo D.
Pablo García Esteban fué conocido y apreciado por todos los pueblos vecinos del norte de Extremadura.  
Preparación del barro.

La esencia principal del arte del alfarero es la preparación del barro. 
















Óscar tal y como su tío Alfonso le indicó, sale al campo en busca de las mejores tierras para la fabricación de sus cacharros. A veces frecuenta los mismos lugares, donde años atrás, su abuelo pisaba en busca de la tierra idónea o incluso a otros lugares descubiertos por él mismo según va desarrollando su experiencia en el oficio.


Busca dos tipos de tierra que mezcla en sus proporciones correspondientes para que las piezas adquieran su forma y textura ideal y para un buen manejo del mismo en el torno.






Al regresar a taller con las tierras ya en su poder empieza la elaboración. Primero lo deposita todo en un recipiente realizando una mezcla homogénea añadiéndole agua y con la ayuda de una batidora. Cuando está ya lo bastante mezclado lo pasa a través de una criba (para que queden los restos de raíces, piedras o sustratos que vayan a entorpecer el proceso de elaboración) y se echa en la pila de secado natural, dejándolo reposar durante un tiempo prudente que dependerá de las inclemencias del tiempo ya que esta situado a la intemperie.





Cuando el barro se deposita en el fondo de la pila de sedimentación queda separado este del agua, quedando por encima de la mezcla gran parte de la que utiliza para la elaboración, este agua es conveniente retirarla y así ayudar al proceso de secado.




El barro estará en su punto óptimo cuando se haya evaporado la mayoría del agua quedando los lingotes de barro preparados para su manejo dejándolo con mayor cantidad de agua si se va a almacenar para usarlo en un tiempo próximo.




































Se almacenará tapando toda la superficie con una capa para evitar la evaporación del agua.

miércoles, 20 de mayo de 2015